A Los soñadores solo nos queda el sueño de
despertar entendiendo que el límite es el cielo. En la vida sufrimos y
perdemos, cometemos errores y tenemos victorias. Tenemos buenos recuerdos pero también
hay cicatrices, aquellas que pagamos por
ser de esos q no saben decir no, que siempre ayudan, que siempre pueden. Pero
nadie ha dicho que eso sea malo, de todo se aprende y lo que tengo claro es que
algún día moriré como todos pero hoy sé
que vivo como solo unos pocos porque me niego a vivir la rutina, a desperdiciar
mi juventud, a entregarme a los placeres del mundo que son vanos y pasajeros,
Dios me creó, por Él y para Él vivo y viviré.
Me da miedo quedarme quieta y sé que a
veces me muevo más de lo que debo pero prefiero pecar mil veces por pasarme que pecar por no llegar. Yo prometo seguir poniéndole empeño.
Al querido lector le pido
que no Juzgues, no trato de llamar la atención, no escribo por ti ni por mí, lo
hago porque aprendí que un hombre es lo que es y no puede dejar de serlo y aunque
trate cambiar mil cosas de mí, esta soy yo. La que se mueve, la que se ríe a
carcajadas, la que sueña, la que se alegra y salta de emoción, con la que se
puede conversar de todo y la que habla mucho, a veces más de la cuenta, la
sensible, la que habla duro, la que llora, la que tiene miedos, la compradora…
La que ama a Dios con todo su corazón.
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